Cuando el mosquito fue rey
Había un pueblo en el que no había rey, por lo cual sus habitantes vivían al garete; haciendo cuanto se les antojaba, pues no tenían quien los gobernara. Cada cual vivía por su propia cuenta a tal extremo que unos contra otros peleaban, e incluso si tenían que destruirse lo hacían, pues no conocían mas ley que la de ellos mismos.
Un día Olofin llamó a Obatalá y le dijo: ¡Mira, mi hijo, te he llamado para ver si puedes buscar el modo y encontrar a una persona que pueda dirigir mis hijos que están sin gobierno! Cada día son mas las guerras, la desunión y el bandolerismo, y en esas condiciones llegará el día en que se lleguen a exterminar los unos a los otros.
Obatalá se dirigió a aquel pueblo a cumplir el mandato de Olofin. Al llegar Obatalá, se puso a observar el modo de vida de cada uno de sus habitantes, con el objetivo de ver quién podía ser el rey.
Pasado un tiempo de observación, Obatalá convocó una reunión para plantear lo que quería Olofin. Al principio de la conversación que Obatalá sostenía con el pueblo, muchos de ellos acostumbrados al desorden, protestaron. Pero Obataló, conocedor de aquel pueblo producto de su observación, dijo: Todos ustedes se han de dirigir por una sola dirección y por lo tanto namuru (el mosquito), será el rey de todos ustedes, el que les dirá el camino a seguir.
Desde ese mismo momento, se empezó a hacer los preparativos para la coronación del rey. Llegado aquel momento, el mosquito fue coronado rey por Obatalá, por mandato supremo de Olofin; entregándole la corona, el bakulo, y el paoye como símbolo de sus jerarquías.
Al principio el mosquito fue fiel cumplidor de su mandato, pero pasado algún tiempo empezó a descarrilarse al extremo que ya no cumplía con el deber impuesto, por lo cual el pueblo volvía a sus andanzas anteriores al ver que el rey vivía una vida descarrilada.
Obatalá, que cada tiempo visitaba el palacio, encontró que el mosquito no atendía ni se encontraba en él. Indagando se enteró de la vida que llevaba el mosquito. Obatalá estaba contrariado por aquella falta del mosquito y salió de aquel pueblo. Pero no había caminado mucho cuando se encontró al mosquito en un charco de agua fangosa y maloliente, revolcándose en el.
Obatalá, indignado, lo llamó: ¡Namuru, namuru! Y al oír estas palabras el mosquito rápidamente quiso reparar la falta cometida, pero Obatalá le dijo: Así es que yo, por mandato de Olofin, te hice rey y tú no has sabido llevar la corona y los atributos que son el símbolo de tu reinado. Por eso el pueblo al ver tu comportamiento ha vuelto a desunirse y andado a la desvergüenza.
Yo, en nombre de Olofin, te condeno a que te engendres y nazcas del fango y que nunca tengas poderes fijos, y serás mal visto entre los tuyos, por no saber cumplir con tus obligaciones.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.